Nadie puede escapar en su vida a una devorable crisis de ansiedad cuando se trata de echar de menos. Hace días que me da fobia estar sola cuando voy a dormir, y cada palmo que recorro me hace recordar. En este momento no puedo menos que querer odiarte, pero es tu mirada la que me lo impide. Tal vez fue el desgaste el que se encargó de estropearlo todo, del exceso de caricias, de tanto querernos, quizás te convirtió en inmune todo mi amor y ahora ya no me necesitas. Pero a pesar de todo yo te sigo echando de menos y me da miedo. Es como esa inmortalidad condenada a no tener un alma gemela.
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